Un buen liderazgo en el marco empresarial es el que plantea e impulsa el cumplimiento de las metas y objetivos de la organización –siempre que sean realistas-, manteniendo un ambiente laboral saludable. Es decir, ayuda a los colaboradores a mantenerse enfocados y a la vez motivados, poniendo su conocimiento y esfuerzo en el objetivo común.
Esto, claro, es deseable en empresas de cualquier tamaño. Y particularmente en las pymes, es determinante, ya que, por sus estructuras organizativas, los efectos del liderazgo se ven reflejados más directamente en el cumplimiento de las metas, y cuando no se cuenta con ello, también se refleja rápidamente en falta de organización y baja productividad.
Son evidentes las diferencias de resultados entre conducir a un grupo hacia un objetivo y dar órdenes de manera autoritaria, por lo que mucha de la importancia del liderazgo en pymes tiene que ver con la capacidad del directivo de ser un ejemplo a seguir para su equipo.
Características de un buen liderazgo
Además de fijar propósitos claros y específicos, e impulsar su cumplimiento, un buen liderazgo debe tener la capacidad de comunicarlos y contextualizarlos de manera asertiva, ayudando a todos a ver el panorama general. Es decir, transmitir a su equipo de trabajo la visión y los objetivos de una manera que vaya más allá de simples órdenes o asignaciones de tareas, y logre un verdadero compromiso de su parte.
Para lograr esa efectividad en la comunicación, un liderazgo positivo necesita otras características: empatía, cercanía con el equipo, y un feedback constante con él, lo que no debe ser complicado en las pequeñas y medianas compañías.
Un buen líder debe entender que las personas son el mejor recurso y, por ende, debe saber relacionarse y fortalecer la confianza con la gente. Y no solo con los empleados, sino en general, con los clientes, los proveedores, etc., procurando escuchar, ser considerado, transparente, consistente y justo.
Así mismo, un buen líder debe tener mucha confianza en sí mismo, desempeñarse con entusiasmo y saber transmitir esa energía a los demás, siendo un ejemplo de cooperación y positividad.
Además, un buen líder debe ser un estratega, capaz de realizar un diagnóstico de la realidad de su mercado, indagar y analizar sus opciones al tomar decisiones, enfrentar los retos y los cambios, y aprovechar las oportunidades y los recursos disponibles.
Debe ser idealmente creativo, innovador y proactivo, pero también debe saber delegar, porque los líderes que se sobrecargan a sí mismos de responsabilidades, dejan de ser efectivos en un momento u otro, mientras que, por el contrario, delegar otorga poder a los subordinados al tomar decisiones, los motiva, y favorece que aporten nuevas ideas y soluciones.
Finalmente, un buen líder debe ser un ejemplo de honestidad con su gente, y cumplir sus promesas. Cuando el equipo compruebe esa honestidad, fácilmente depositará confianza en su líder: es más fácil seguir a alguien que posee integridad como persona.
En líneas generales, para crear esta clase de liderazgo, las y los dueños y responsables de las pequeñas y medianas empresas, deben despojarse los vestigios de autoritarismo tradicionalistas y abrazar los cambios, trabajando de cerca con sus equipos, dando espacio a la creatividad de la gente, y guiándole por una senda de mejora continua.
Las pequeñas y medianas empresas, hay que recordar, son un reflejo de sus líderes, y son esos liderazgos los que las hacen crecer. Así que, si tienes una pyme, ¡prepárate para desarrollar cualidades que te conviertan en un buen líder a seguir!
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